Aquí se mata porque se puede, porque no pasa nada, no hay carcel ni remordimientos ni averiguaciones previas. Aquí señores, hay un cuerpo sin vida pero no le importa a nadie. Se dispara porque es sustento, adrenalina y poder. Se rafaguea porque a la luz del incendio hierve la sangre y la vida vale lo que las cenizas. Se avanza en este valle de muerte porque la furia viene de adentro, tan milenaria como el hambre, porque el dinero refulge y es necesario saciar deseos primarios: asesinar y poseer.
Aquí se mata porque el hombre estorba al hombre y urge bañarse de sangre, sentir el poder que Dios nos habia hecho creer que no era nuestro: decidir sobre otra vida, con quijadas en el origen, con kalashnikovs ahora.
Estirpe de Caín: Jauria Sicarií.
Gerardo Esparza